UN SUEÑO, EN LA RAÍZ DE LA MISIÓN

EL PRADO DEL SUEÑO

Este pequeño prado y este pilar recuerdan el sueño de Don Bosco a los 9 años. 

Es el prado que apareció en la mente de Juanito Bosco aquella noche de su infancia, durmiendo junto a sus hermanos en la estrecha habitación de techo inclinado de la planta superior de la casita. Aquí Juanito, en sueños, vio a muchos chiquillos... ¿A los chicos de su primer oratorio? ¿A los niños y jóvenes de nuestros colegios y centros? ¿Te soñó a ti también como parte de su historia?


El sueño, contado por don Bosco

Así lo cuenta Don Bosco en sus Memorias. Seguro que lo has oído o leído muchas veces, pero esta vez es especial, esta vez es distinta, porque esta vez estás AQUÍ. 

ESCUCHA...

«Con aquellos años tuve un sueño, que me quedó profundamente grabado en mi mente para toda la vida. En el sueño me pareció encontrarme cerca de casa, en un terreno muy espacioso, donde estaba reunida una muchedumbre de chiquillos que se divertían. Algunos reían, otros jugaban, no pocos blasfemaban. 

Al oír las blasfemias, me lancé inmediatamente en medio de ellos, usando los puños y las palabras para hacerlos callar. 

En aquel momento apareció un hombre venerando, de aspecto varonil y noblemente vestido. Un blanco manto le cubría todo el cuerpo, pero su rostro era tan luminoso que no podía fijar la mirada en él. Me llamó por mi nombre y me mandó ponerme a la cabeza de los muchachos, añadiendo estas palabras:

- No con golpes, sino con la mansedumbre y con la caridad deberás ganarte a estos tus amigos. Ponte ahora mismo, pues, a instruirlos sobre la fealdad del pecado y la belleza de la virtud.


Aturdido y espantado, repliqué que yo era un niño pobre e ignorante, incapaz de hablar de religión a aquellos muchachos, quienes, cesando en ese momento sus riñas, alborotos y blasfemias, se recogieron todos en torno al que hablaba.

Sin saber casi lo que me decía, añadí:

- ¿Quién sois vos, que me mandáis una cosa imposible?

- Precisamente porque tales cosas te parecen imposibles, debes hacerlas posibles con la obediencia y la adquisición de la ciencia.

- ¿En dónde y con qué medios podré adquirir la ciencia?

- Yo te taré la maestra bajo cuya disciplina podrás llegar a ser sabio, y sin la cual, toda sabiduría se convierte en necedad.

- Pero, ¿quién sois vos que me habláis de esta manera?

- Yo soy el hijo de aquella a quien tu madre te enseñó a saludar tres veces al día.

- Mi madre me dice que, sin su permiso, no me junte con los que no conozco. Por tanto, decidme vuestro nombre.

- Mi nombre pregúntaselo a mi Madre.

En aquel momento, junto a él, vi a una mujer de aspecto majestuoso, vestida con un manto que resplandecía por todas partes, como si cada punto del mismo fuera una estrella muy refulgente. Contemplándome cada vez más desconcertado en mis preguntas y respuestas, hizo señas para que me acercara a Ella y, tomándome bondadosamente de la mano, me dijo:

- Mira!

Al mirar, me di cuenta de que aquellos chicos habían escapado y, en su lugar, observé una multitud de cabritos, perros, gatos, osos y otros muchos animales.

- He aquí tu campo, he aquí donde tienes que trabajar. Hazte humilde, fuerte, robusto; y cuanto veas que ocurre ahora con estos animales, lo deberás hacer tú con mis hijos.

Volví entonces la mirada y, en vez de animales feroces, aparecieron otros tantos mansos corderos que, saltando y balando, corrían todos alrededor como si festejaran al hombre aquel y a la señora. En tal instante, siempre en sueños, me eché a llorar y rogué al hombre que me hablase de forma que pudiera comprender, pues no sabía qué quería explicarme.

Entonces Ella me puso la mano sobre la cabeza, diciéndome:

- A su tiempo lo comprenderás todo.

Dicho lo cual, un ruido me despertó.

Quedé aturdido. Sentía las manos molidas por los puñetazos que había dado, y dolorida la cara por las bofetadas recibidas. Después, el personaje, aquella mujer, las cosas dichas y las cosas escuchadas, ocuparon de tal modo mi mente que ya no pude conciliar el sueño durante la noche.

Por la mañana conté en seguida el sueño. Primero a mis hermanos, que se echaron a reír; luego a mi madre y a la abuela. Cada uno lo interpretaba a su manera. Mi hermano José decía: “Tú serás pastor de cabras, de ovejas o de otros animales”. Mi madre: “Quién sabe si un día llegarás a ser sacerdote”. Antonio, con tono seco: “Tal vez termines siendo capitán de bandoleros”. Pero la abuela, que sabía mucho de teología aunque era completamente analfabeta, dio la sentencia definitiva, exclamando: “No hay que hacer caso de los sueños”.

Yo era del parecer de mi abuela; sin embargo, nunca pude olvidar aquel sueño. No hablé más del asunto, y mis familiares no le dieron mayor importancia. Pero cuando en el año 1858 fui a Roma para tratar con el Papa, de la Congregación Salesiana, me hizo narrarle con detalle todas las cosas que tuvieran algo de sobrenatural, aunque solo fuera en apariencia. Conté entonces, por primera vez, el sueño tenido a la edad de nueve a diez años. El Papa me mandó que lo escribiera al pie de la letra, pormenorizadamente, y lo dejara para animar a los hijos de la Congregación por la que había realizado ese viaje a Roma».

INTERIORIZA EL MENSAJE…

► Lee despacio el “sueño” ante la habitación de Juanito en la “casita”, o en el prado… Cierra los ojos y… contempla el sueño de tu vida, desde que empezaste a ver clara la misión que querías realizar, hasta hoy… Y sueña también en tu misión actual, y en tu futuro… Sueña tu vida, sueña qué quieres hacer con ella, mira a ver si en tu sueño, como en el de Juan Bosco, también aparecen Jesús y María… y lo que te dicen… y lo que respondes… Sueña… Y proponte que a lo largo de los meses y del año, ¡harás realidad tu sueño!

► Puedes también adentrarte en el interior del sueño de Juan Bosco acompañado de la reflexión que viene a continuación, y tratar de relacionarlo con tu vida actual de educador:

En esta experiencia infantil de Juan Bosco, a los valores que le transmitió su madre y a las actitudes que iban creciendo en él, se añade en este momento la voz de Dios que le anuncia un valor nuevo que irá haciendo suyo: la predilección por los jóvenes pobres. Este sueño condicionó todo el modo de vivir y de pensar de Juan Bosco. En el sueño se ilumina, resueltamente, su campo educativo. Se le indica:

- En dónde: en el patio, sobre todo.

- La vocación: me llamó por mi nombre

- El estilo: “No con golpes, sino con mansedumbre y caridad…”

- El contenido: “Instruirles en la hermosura de la virtud y la fealdad del pecado…”

- El carácter, casi sagrado, de la acción educativa: “Yo te daré la Maestra, bajo cuya disciplina podrás llegar a ser sabio”.

- Los destinatarios de su acción: “Una muchedumbre de chiquillos… He aquí tu campo…”

- La confianza: me puso la mano sobre la cabeza

Se le pide que prefiera a los jóvenes pobres, a los desheredados, a los abandonados. Se le llama a ordenar y entregar su vida de ese modo. Este es el principio al que fue fiel durante toda su vida. He aquí el testimonio de un muchacho del Oratorio de Valdocco, del año 1848, que lo atestigua:

«Don Bosco era siempre el primero en los juegos, el alma de los recreos… No sé cómo hacía, pero se le encontraba siempre en cualquier rincón del patio, en medio de un grupo de muchachos. Con la persona y con los ojos, seguía a todos. Nosotros íbamos desgreñados, a veces sucios, éramos inoportunos, caprichosos. Y él se sentía a gusto entre los más míseros. Tenía afecto de madre con los más pequeños. Con frecuencia reñíamos, nos pegábamos. Y él nos separaba. Levantaba la mano como para pegarnos, pero no lo hacía jamás; nos separaba agarrándonos por los brazos”. (MB III, 126 ss).

ELIGE, PROPONTE...

- El “no con golpes”, ¿forma parte de mi estilo de educador? ¿En qué se fundamenta este “estilo de hacer” en un educador cristiano?

- En el sueño se habla de “instrúyeles sobre la fealdad del pecado y la belleza de la virtud”. ¿Con qué palabras podría yo expresar hoy el significado de esta frase?

- ¿Creo en el carácter cristiano de mi labor educativa?

- ¿Me siento llamado y enviado por la fuerza del Espíritu de Jesús, más que por los directivos de mi centro?

- Me fijo en el trabajo que llevo a cabo con mis alumnos. Observo cómo es mi dedicación con los más conflictivos, necesitados, excluidos. Y me pregunto, ¿los alumnos pobres, son mi auténtica predilección?

- Sobre todas estas cosas, los educadores de mi colegio, ¿podemos mejorar en algo?

COMPARTE...

Trata de compartir, cuando puedas, tus impresiones con los compañeros…

CELEBRACIÓN. CORAZÓN DE BUEN PASTOR

Canto de entrada: 

NADA TE TURBE, NADA TE ESPANTE

QUIEN A DIOS TIENE, NADA LE FALTA...

NADA TE TURBE, NADA TE ESPANTE

SÓLO DIOS BASTA.

Del Evangelio de san Juan (10, 11-18)

 En aquel tiempo, dijo Jesús:

«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

 Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».

 Palabra de Dios.

Tiempo de silencio y oración

Oración comunitaria a dos coros







Peticiones

(... peticiones espontáneas).

Canto final

COMO EL PADRE ME AMÓ

YO OS HE AMADO 

PERMANECED EN MI AMOR

PERMANECED EN MI AMOR 


Si guardáis mis palabras 

y como hermanos os amáis

compartiréis con alegría

el don de la fraternidad


 Si os ponéis en camino

sirviendo siempre la verdad

fruto daréis en abundancia

mi amor se manifestará.