I Becchi

LA CASA DONDE VIVIÓ JUAN BOSCO

«Questa è la mia casa» 

Al no estar ya Francisco, la familia tenía que salir de la granja Biglione. Mamá Margarita necesitaba una casa. Como solución de emergencia, se pensó en seguida en acondicionar del mejor modo posible el cobertizo que tres meses antes había comprado Francisco. Desde mayo a noviembre, sus hermanos la ayudaron en ese trabajo. A pesar de los arreglos, aquella sería siempre la casa más pobre de I Becchi, porque no era realmente una casa, sino una forzosa adaptación del cobertizo, hecha sin medios económicos. El día 13 de noviembre de 1817 toda la familia se trasladó al nuevo e improvisado hogar, el que hoy conocemos como la casita de Don Bosco. 

La casita medía doce metros de largo, cuatro metros y medio de alto y tres de ancho. Estaba construida con materiales de desecho recuperados. Mamá Margarita, logró habilitar cuatro estancias: en la planta baja, la cocina y el establo; en la planta superior, la habitación donde dormían ella y la madre de su difunto esposo, llena de achaques, que aún vivió nueve años más; al lado, quedaba la habitación donde dormían los tres hijos, un local angosto de techo inclinado; en esta habitación Juanito Bosco tuvo a los nueve años aquel célebre sueño que orientó su vocación; a la habitación de Margarita se subía por la escalera exterior, y a la de los chicos por la cocina, a través de una escalerita de mano; la casita se completaba con el pequeño gallinero, al lado de la escalera exterior, y el pajar, arriba a la izquierda, techado pero abierto al aire libre; allí reunía Juanito a sus amigos en los días de lluvia para contarles o leerles divertidas historias que comenzaban y terminaban con una breve oración. 

Más tarde, Mamá Margarita compró, además, el granero y el desván, a la derecha.  

La muerte de Francisco sumió a toda la familia en una gran consternación. Había que mantener a cinco personas. Aquel año precisamente se padeció en toda la zona una terrible sequía; se perdieron todas las cosechas y hubo un hambre general. Ni con dinero logró Margarita conseguir víveres. En el momento más angustioso, reunió a la familia para decirles: "Mi esposo me dijo antes de morir que tuviera confianza en Dios. Venid, hijitos míos, pongámonos de rodillas y recemos". Después de aquella oración, se levantó decidida y dijo: "A grandes males, grandes remedios". Fue a la cuadra y con la ayuda del vecino, mató el ternero que tenían y así pudo dar de comer a todos. Solo con un trabajo incansable y un ahorro inimaginable para nosotros, logró Margarita superar aquella tremenda situación. 

Dentro de su pobreza, Mamá Margarita tuvo siempre abierta la puerta de su casa a todo el que lo necesitara, sobre todo a los mendigos, pero también a los que huían perseguidos en aquellos turbulentos años de guerras y revueltas políticas. Juanito Bosco aprendió de su madre a acoger y a hacer el bien a todos.

En invierno, especialmente al anochecer, se reunían todos en el establo, ya que la vaca y el ternero que se engordaba cada año para venderlo, caldeaban el ambiente. Allí Juan entretenía a los presentes con narraciones sacadas de la Biblia o de libros de aventuras. En el buen tiempo, él sacaba del establo a la vieja vaca que compró Mamá Margarita por 24,10 liras, para llevarla a pastar, mientras estudiaba con algún libro en la mano.

Juan Bosco vivió en su casita de I Becchi hasta la edad de once años y medio (febrero de 1828). En ese momento, por culpa del rechazo de Antonio, que no le permitía estudiar, tuvo que marchar de casa y estuvo casi dos años (hasta noviembre de 1829) trabajando en la granja de los Moglia. Volvió a casa y durante un curso estuvo con don Calosso en Morialdo (1829-30). El curso 1830-31 Juan fue a las escuelas de Castelnuovo. En 1831, Margarita había logrado la división de los bienes, cuando Antonio llegó a ser mayor de edad. Así evitó la terca oposición de Antonio a la vocación sacerdotal de Juan. José había tomado, hacía poco, la aparcería de Sussambrino, a 3 kms. de Castelnuovo, y se llevó con él a su madre y a su hermano Juan, de dieciséis años, que iba a comenzar sus estudios en las escuelas públicas de Chieri en el curso 1831-32.

Antonio, ya casado, vivió con su mujer y sus primeros hijos algún año en la casita, pero en cuanto pudo, se construyó una casa a pocos metros, en el espacio que actualmente ocupa el Santuarietto. En 1839, José, con el dinero ganado con su trabajo en Sussambrino, se construyó también una casa propia, al lado de la de Antonio. Por todo ello, la casita donde había vivido Juan Bosco quedó deshabitada y fue usada como depósito para forrajes y aperos agrícolas.   

En 1891 y en 1901, don Miguel Rúa, primer sucesor de Don Bosco, hizo arreglar el techo y las paredes. En 1919, don Pablo Álbera, segundo sucesor de Don Bosco, compró la casa Cavallo, que tenía pared común con la casita, y casa Graglia que estaba al lado. Apoyada en estas construcciones, se ha podido conservar mejor.

Para Don Bosco, en sus años de estudiante, de seminarista y de sacerdote, I Becchi fue siempre un lugar de reposo y de estudio. Su hermano José siempre lo acogía en su casa, donde estaba también Mamá Margarita. En 1846 sufrió una gravísima enfermedad, cuando ya trabajaba en el Oratorio de Turín; entonces regresó a I Becchi para cuidar su quebrantada salud. Cuando se repuso, invitó a su madre a que fuera con él a Turín a ayudarle en su trabajo con los chicos de su Oratorio.  I Becchi fue también para Don Bosco lugar educativo, porque cuando se encontraba allí se dedicaba a dar catecismo a los muchachos de las casas vecinas, como había hecho desde niño.

LA CASA DE SU HERMANO JOSÉ

José, se casó a los veinte años, trabajó en Sussambrino desde 1830, y en 1839 construyó él mismo su casa en I Becchi. Y tuvo la delicadeza de reservar para su hermano Juan una habitación en el primer piso para que le sirviera de dormitorio y de lugar de trabajo. Más tarde le cedió otra habitación en la planta baja, que Don Bosco transformó en una pequeña capilla dedicada a la Virgen del Rosario y que fue inaugurada el 7 de octubre de 1848. Esta fue la primera capilla que Don Bosco dedicó a la Virgen. Existe todavía y se puede visitar.

Desde 1848 hasta 1869, Don Bosco volvió todos los años desde Turín a primeros de octubre con sus muchachos a celebrar allí la novena y la fiesta de la Virgen del Rosario, el día 7 de octubre; a esos actos se unían los vecinos de I Becchi y gente de los alrededores. Con esta fiesta comenzaba cada año el “paseo otoñal”.

José hospedaba generosamente a su hermano Juan y a sus muchachos. 

Como el horno de pan de I Becchi era pequeño para dar de comer a tantos muchachos, José, con la ayuda de Juan, construyó un horno más grande, que se ha conservado. 

El granero de la casa, debajo del tejado, iluminado y ventilado por varios tragaluces, servía a los muchachos de improvisado dormitorio.

Así, I Becchi se convirtió en meta de los famosos paseos otoñales que Don Bosco hacía con los muchachos de su Oratorio de Turín en el tiempo de la vendimia. Venían con la banda de música, con obras de teatro y otros elementos festivos. Después de celebrar allí la fiesta de la Virgen del Rosario, comenzaban los paseos por los pueblos de los alrededores, que duraban de diez a veinte días. Era un campamento o colonia itinerante y radial para aquellos chicos pobres que nunca habían soñado en poder disfrutar de semejantes paseos. Más aún, era un verdadero turismo juvenil, organizado por Don Bosco, que entusiasmaba a los muchachos de entonces como hoy no podemos ni imaginar. 

El 2 de octubre de 1854, cuando Don Bosco se encontraba en I Becchi con sus muchachos, preparando la fiesta de la Virgen del Rosario, tuvo su primer encuentro con un chico de doce años y medio, Domingo Savio, que le pidió que lo aceptara en su Oratorio de Turín. 

En el paseo de otoño de 1858, llegó también a I Becchi Miguel Magone, aquel golfillo que Don Bosco cambió en un excelente muchacho. Don Bosco lo encontró aquí una noche llorando en un rincón del prado, mientras miraba a la luna. Miguel le explicó: "La luna nunca desobedece el mandato de Dios y yo, que soy todavía un chaval, ya lo he desobedecido y ofendido mil veces".

EL “SANTUARIETTO” DE MARÍA AUXILIADORA

Los Cooperadores Salesianos lanzaron la iniciativa de construir, frente a la casita de Don Bosco, un pequeño santuario a María Auxiliadora para celebrar el primer centenario de dos acontecimientos: el nacimiento de Don Bosco (16-8-1815) y la institución de la fiesta de María Auxiliadora por Pío VII (24-5-1815). Este santuario en I Becchi destaca la presencia singular de María Auxiliadora en toda la vida de Don Bosco.

Ocupa el lugar de la casa que se había construido Antonio. 

La casa fue derruida para levantar este santuario. Se puso la primera piedra en 1915, durante la primera guerra europea, y se concluyó en 1918. Julio Valotti, arquitecto salesiano, al construirlo, se inspiró en el estilo gótico piamontés. 

Este santuario es lugar de oración y de reflexión para muchos grupos de jóvenes que vienen en peregrinación al Colle Don Bosco.

La imagen de María Auxiliadora fue realizada en la Escuela Profesional Salesiana de Sarrià.

MUSEO DE LA VIDA CAMPESINA EN EL SIGLO XIX 

La casa de José alberga en un gran salón subterráneo el Museo de la vida campesina piamontesa en el 1800, siglo XIX en el que vivió Don Bosco (1815-1888).  

El museo consta de una infinidad de objetos que eran usados por las familias campesinas piamontesas en su casa, especialmente en la cocina, en la elaboración del vino, en el establo y en las labores agrícolas. Dichos objetos han sido recogidos en las casas y aldeas vecinas a I Becchi. Las fotografías recogen interesantes escenas de la vida campesina.

Contemplando estos objetos, el pensamiento vuela con simpatía a la sencillez de aquella vida campesina de siglos pasados, y a la intensidad de aquellas fiestas populares, en las cuales, el vino y otros productos agrícolas tenían un puesto de singular importancia. El ofrecer a un huésped un vaso de vino de la propia cosecha era un gesto de profunda humanidad.