MOrialdo, EL ENCUENTRO CON DON CALOSSO

PRESENTACIÓN

Providencialmente, la vuelta de Juan a su casa en I Becchi, después de casi dos años en la Granja de los Moglia (febrero de 1828 a noviembre de 1829) coincide con el Jubileo Universal celebrado en Buttigliera, y precisamente durante esas jornadas (primeros días de noviembre), se produce el encuentro con el anciano sacerdote don Juan Calosso, capellán de Morialdo. Un hecho que generaría una profunda relación espiritual y educativa de Juan Bosco con él.

Esta experiencia, interrumpida bruscamente por la repentina muerte de don Calosso, hace que Margarita, viendo el estado de desorientación y de perplejidad de su hijo, decida de inmediato la entrada de Juan en la escuela pública de Castelnuovo (curso 1930-31) y, luego, tras una experiencia educativa poco satisfactoria, su envío a la escuela pública de Chieri para comenzar el curso 1831-32.

La pedanía de Morialdo dista apenas 2 kms. de I Becchi. La capilla está dedicada a San Pedro. De la casa rural aneja, se conservan la sacristía y una pequeña sala. 

En el verano de 1929 había llegado un nuevo capellán, don Juan Melchor Calosso de 69 años de edad.

La relación de Juan Bosco con don Calosso comienza el jueves 5 de noviembre de 1929 al regresar de Butigliera, de la misión preparatoria para el Jubileo Universal. 

Don Bosco, al recordar en las Memorias del Oratorio lo vivido en Morialdo, cuarenta y seis años después, narra con profundidad la relación educativa establecida entre los dos, y sintetiza en unas cuantas páginas, el espíritu de su “Sistema Preventivo”.

La dinámica del diálogo y las preguntas de Don Calosso recuerdan el estilo mismo de Don Bosco: un modelo vivo de cariño pedagógico y pastoral, modelo de educador salesiano. Los elementos más marcadamente salesianos del modelo de educador, los más apreciados por Don Bosco, se detallan y enfatizan en esta narración. 

PARA LA REFLEXIÓN

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Dos momentos de esa relación educativa:

1. El encuentro, la cercanía y la acogida

En primer lugar, don Bosco subraya el poder de la cercanía afectiva del sacerdote al joven. La escena es muy elocuente:

Don Calosso, con inteligencia y tacto educativo, estaba poniendo las condiciones ideales para una acción formativa profunda, para un decidido progreso espiritual…


Esta disponibilidad, tanto más eficaz cuanto más inesperada, iba siempre acompañada de aquel intenso afecto que solo una humanidad cultivada y madura puede expresar, y que es inmediatamente captado por el muchacho que se sabe acogido incondicionalmente.


2. El ambiente que cuida el afecto del que brota la confianza

Lo demás venía después con la creación de un ambiente educativo, de una situación de permanente encuentro y diálogo en  el que el chico se da cuenta de que es querido por el educador, que lo acoge: 

“Al domingo siguiente fui con mi madre y acordamos que él mismo me daría clase un rato cada día”. “Me puse enseguida en las manos de don Calosso… Me manifesté a él tal cual era; confiándole con naturalidad toda palabra, pensamiento y acción. Lo cual le agradó sobremanera, porque de ese modo podía guiarme en lo espiritual y en lo temporal con un mejor conocimiento de la realidad. Conocí entonces el significado de un guía fijo, un amigo fiel del alma que hasta entonces no había tenido”.

En este ambiente, el muchacho encuentra facilidad para confiar todo lo que forma parte de su vida, revela sus estados de ánimo, sueños, inclinaciones, porque percibe el fuerte afecto de un padre que le deja expresarse acogiéndolo. Se habían creado las condiciones ideales para una acción formativa importante.

“Entre otras cosas… me enseñó a hacer diariamente una breve meditación o, mejor, un poco de lectura espiritual. Los domingos pasaba con él todo el tiempo que podía. Los días laborables, siempre que me resultaba posible, le ayudaba a la santa misa”.

En la formación impartida por don Calosso hay también un componente de instrucción, de corrección y de estímulo. De todos modos, no se trata de adoctrinamiento ni de una mera enseñanza sobre Dios y la vida moral, sino más bien de una orientación del joven hacia “aguas más profundas”.

Entre un padre generosamente acogedor y un hijo que se sabe acogido y querido se crea un flujo de comunicación vital en el que:

“Desde aquel período, comencé a gustar lo que es la vida espiritual, pues hasta aquel momento actuaba más bien materialmente y como una máquina que hace las cosas sin saber por qué”.

Y esto es para él un gozoso descubrimiento de una dimensión insospechada que lo sacia profundamente y lo entusiasma.

INTERIORIZA EL MENSAJE...

1. Don Bosco tiene una buena experiencia personal de ser acompañado


2. Él mismo fue un infatigable acompañante de jóvenes

Previamente acompañado de forma muy positiva, Don Bosco fue, a lo largo de toda su vida, acompañante de jóvenes. 

Con un estilo sencillo y profundo a la vez, los ayudaba a avanzar en su camino humano y cristiano, les ofrecía elementos de discernimiento, y pistas para la acción.

Según narra don Lemoyne, el Superior de un Instituto Religioso decía a los salesianos: «Vosotros tenéis una inmensa fortuna que nadie más posee en Turín. Una habitación de la cual salen radiantes de gozo quienes entran llevando consigo sus penas: la habitación de Don Bosco». (Vita di San Giovanni Bosco. SEI. Torino. 1975, vol II, pág. 357.


3. Aquí tienes algunas pistas para acompañar con estilo salesiano

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